El acné puede dejar cicatrices que podemos tratar con diferentes técnicas terapéuticas.
Una de las secuelas más preocupantes del acné severo es la aparición de las antiestéticas cicatrices atróficas.
Estas se producen por una pérdida de fibras de colágeno, elastina y ácido hialurónico, lo que genera una pérdida de volumen en esas zonas. Debido a esto, nuestro objetivo terapéutico será estimular la producción de estas sustancias en la piel y, en ciertos casos, reponerlas.
Por su parte, aquellas cicatrices más deprimidas son causadas por bandas de fibrosis que tiran de la superficie de la piel hacia planos más profundos.
Las cicatrices atróficas son las más frecuentes en la cara y se dividen según su morfología en 3 tipos:
- Tipo rolling u onduladas (superficiales y suaves como 'ondas').
- Tipo boxcar o furgoneta (profundas con bordes definidos y mayores de 3 mm de ancho).
- Tipo icepeak o picahielos (aquellas puntiformes pero muy profundas).
Esta clasificación ayuda a determinar qué tratamiento será más adecuado en cada caso.
Tratamientos para las cicatrices del acné
Actualmente, uno de los tratamientos más utilizados para mejorar el aspecto de todas las cicatrices del acné son los láseres fraccionados, en especial el láser fraccionado no ablativo (LFNA). Esta tecnología es capaz de estimular las células de la piel encargadas de sintetizar colágeno y elastina en las capas más profundas sin dañar la epidermis (la capa más superficial de la piel).
El procedimiento es muy bien tolerado por los pacientes, incluso sin aplicar previamente anestesia en crema. Después de la sesión, se puede observar en la piel tratada una rojez temporal de horas o pocos días de duración. Para un máximo resultado, se recomienda realizar sesiones espaciadas de un mes aproximadamente.
Otra opción es el láser fraccionado ablativo (LFA), que produce resultados aun mejores que el anterior. Este láser genera pequeños orificios en la piel por los cuales entra la energía en capas más profundas, lo que conlleva a un remodelado de la piel, o resurfacing. Como consecuencia del tratamiento, aparecen costras que pueden tardar en curar alrededor de una semana y una rojez más duradera que con el láser fraccionado no ablativo. Debido a su mayor eficacia, el número de sesiones necesarias para observar mejoría es menor que al usar el LFNA. El intervalo entre sesiones puede ir entre 3 a 6 meses.
Asimismo, es posible combinar estos dos tipos de láseres en un mismo paciente, utilizando el láser fraccionado no ablativo en áreas extensas y reservando el láser fraccionado ablativo en aquellas zonas puntuales con cicatrices más notorias o profundas. También es posible combinar estos tratamientos láser con otros procedimientos, como los peelings químicos, la infiltración de rellenos o con técnicas quirúrgicas, los cuales mencionaremos a continuación.
Los peelings químicos constituyen otro pilar en el tratamiento de las cicatrices del acné. Existen los peelings superficiales, que se realizan con ácido glicólico, salicílico o retinoico y mejoran la calidad de la epidermis, con lo que se obtiene una textura más suave y una disminución del tamaño de los poros. Estos son muy bien tolerados e incluso se pueden pautar para que el mismo paciente los utilice de forma diaria en su domicilio. Es frecuente que durante su uso se sienta un leve escozor y que se produzca cierta rojez o descamación de la piel que puede durar algunos días.
Los peelings medios y profundos (por ejemplo, los que se realizan con ácido tricoloroacético) actúan estimulando la producción de colágeno y otras sustancias en las zonas más profundas de la piel. Siempre deben ser realizados por un médico. Pueden ser utilizados en grandes áreas a menor concentración (ácido tricoloroacético al 30%) o en forma puntual en aquellas cicatrices más deprimidas (técnica CROSS con acido tricloroacético al 80 o 90%). Este procedimiento genera eritema y costras que pueden durar días o incluso semanas en resolverse.
Después de una sesión de láser o de peeling químico, el paciente deberá evitar tomar el sol y tendrá que aplicar una crema reparadora o cicatrizante durante unos días. En algunos casos se recetará alguna pomada con antibióticos o tratamiento para evitar brotes de herpes (concretamente, en los casos de láseres ablativos y peelings más profundos que generen 'heridas'). Se recomienda la realización de estos procedimientos en meses de irradiación solar escasa para minimizar los riesgos pigmentación o cicatrización anormal en las zonas tratadas.
La infiltración de materiales de relleno en aquellas zonas con pérdida de volumen es otra opción de tratamiento para las cicatrices del acné. El ácido hialurónico, que es una sustancia existente en nuestra propia piel y que se encarga de hidratarla interiormente, es el material más usado. Los mejores resultados se observan en aquellas cicatrices tipo rolling más profundas. Las infiltraciones con ácido hialurónico muestran resultados rápidos, pero se recomienda su combinación con otras técnicas, como las sesiones de láser.
La subcisión, es otra técnica disponible, en la cual se usa una aguja debajo de la piel. Con esta aguja se cortan los trayectos fibrosos que 'tiran' la superficie de la piel hacia planos más profundos. Es eficaz en aquellas cicatrices tipo rolling más deprimidas. Los inconvenientes de esta técnica son el dolor y la posibilidad de generar sangrado o hematomas importantes.
Otra opción para aquellas cicatrices muy profundas, es su exéresis quirúrgica mediante punch. En este caso, la cicatriz es extirpada completamente o elevada. Posteriormente se realiza una sutura para unir los dos bordes de piel sana. Es eficaz en cicatrices muy profundas y estrechas (por ejemplo, en las cicatrices en icepeak o boxcar pequeñas) que no responden a los demás tratamientos.
Es importante mencionar que el objetivo del tratamiento de las cicatrices de acné es atenuarlas o suavizarlas, ya que en muchas ocasiones es imposible hacerlas desaparecer completamente, sobre todo aquellas cicatrices más profundas.