La urticaria es una enfermedad que afecta a la piel y a las mucosas, caracterizada por la presencia de habones o ronchas, además de picor intenso, y ocasionalmente ardor y dolor.

No es excepcional la presencia de angioedema, que es un gran hinchazón de las capas más profundas de la piel y afecta sobretodo a las mucosas.

Entre un 8 y un 20% de la población es susceptible de padecer al menos un episodio de urticaria a lo largo de su vida. Puede aparecer en cualquier etapa de la vida, también en niños y embarazadas.

Si la urticaria dura más de 6 semanas, la llamaremos crónica. Hay una prevalencia del 0.8% de sufrir una urticaria crónica, la duración de la cual es impredecible, y es un auténtico reto diagnóstico y terapéutico.

La causa se desconoce en una gran mayoría de casos, es la llamada urticaria crónica espontánea. Otras, tienen una causa identificable, las urticarias crónicas inducibles (por frío, por presión retardada, solar, acuagénica, …)

Se ha demostrado que las formas crónicas de urticaria afectan intensamente la calidad de vida y la actividad laboral de los pacientes. En los últimos 5 años se ha avanzado notablemente en el manejo de la urticaria cronica.

En un principio siempre se tratan con antihistamínicos, por regla general se usan antihistamínicos H1 de segunda generación. Hay nuevos antihistamínicos con mejores perfiles de seguridad y muy eficaces. En el caso de que no sean eficaces, hay otras medicaciones que pueden ser valoradas.

En el año 2014 se aprobó un nuevo tratamiento, el omalizumab, que ha demostrado ser eficaz en controlar los síntomas de la urticaria crónica espontánea en un porcentaje significativo de pacientes que no responden a antihistamínicos. Es importante evaluar de forma individual a cada paciente, estudiarlo correctamente y pautar un tratamiento adecuado.