Las intervenciones quirúrgicas dejan cicatrices más o menos importantes en función del tipo de cirugía que se haya realizado.
Dos de las cicatrices por cirugías que suelen ocasionar una mayor preocupación estética son la cicatriz de cesárea y la cicatriz de apendicitis. En ocasiones, además, estas pueden ocasionar dolor y molestias, si se han formado adherencias, es decir, bandas de tejido cicatrizado que se pegan a la parte interna del abdomen o de la pelvis después de haberse sometido a una cirugía.
Tanto en el caso de cicatrices por cesárea o apendicitis, la abdominoplastia o lipectomía abdominal es una intervención quirúrgica que puede ayudar a mejorar mucho su aspecto y a reducir las incomodidades que estas puedan ocasionar. En realidad, la abdominoplastia es una técnica que no solo se emplea para reducir el exceso de grasa o piel de la zona abdominal, sino también para eliminar las cicatrices de mala calidad y adheridas a la pared abdominal que están localizadas por debajo del ombligo.
Por lo que respecta a las cicatrices de cesárea, la lipectomía abdominal puede suponer una gran mejoría en el caso de las cicatrices de cesárea vertical, que no solo van del pubis al ombligo, sino que suelen estar ‘hundidas’.
En el caso de las cicatrices por apendicitis, estas también pueden presentar hundimientos y ser anchas, y tener un aspecto poco estético, por lo que la abdominoplastia puede ser un procedimiento a valorar, si se quiere mejorar su aspecto. Nos referimos a las cicatrices de apendicitis después de una cirugía por vía tradicional abierta, no con técnica laparoscópica, que es el procedimiento que se suele emplear en la actualidad.
Respecto a la lipectomía abdominal, es cierto que esta intervención deja una nueva cicatriz, de cadera a cadera. Pero se sitúa en el pubis, en una zona que se puede cubrir y disimular mucho mejor con la ropa interior que la zona infraumbilical del abdomen. Además, es horizontal, por lo que va a favor de las líneas de tensión de la piel. Este hecho, junto a la realización de una sutura intradérmica cuidadosa, para que no queden marcas de puntos, y unos buenos cuidados post operatorios pueden hacer que la cicatriz de la abdominoplastia sea, una vez madura, mucho menos visible que aquellas a las que sustituye.
Asimismo, la cirugía plástica nos permite mejorar el aspecto de otras cicatrices poco estéticas de la zona abdominal como consecuencia de intervenciones quirúrgicas anteriores. A pesar de que no se podrá hacer desaparecer completamente una cicatriz, sí se podrá corregir su aspecto. Esto se consigue mediante una nueva intervención en la que se extirpa la cicatriz y se vuelve a suturar la herida en condiciones óptimas.
En el caso de las cicatrices de episiotomía (cirugía menor para ensanchar la abertura de la vagina durante el parto), estas pueden provocar tirantez e incomodidad, por lo que se puede recurrir a la cirugía estética genital o a los tratamientos con ácido hialurónico específicos para recuperar el confort de la zona íntima.
Finalmente, en las cicatrices de cirugías situadas en otras partes del cuerpo que, por motivos estéticos, emocionales o funcionales se quieran corregir, la técnica quirúrgica o dermoestética empleada dependerá de las particularidades de cada cicatriz.