La piel es mucho más que el simple envoltorio de nuestro organismo.
Se trata del órgano más pesado (de 3 a 4 kg) y el más amplio del cuerpo humano. En permanente renovación y relación con los demás órganos, la piel puede revelar las disfunciones o enfermedades que padezcan otros órganos de nuestro cuerpo.
La piel está formada por tres capas superpuestas separadas entre si:
- Epidermis. Es el estrato superior de la piel. Se trata esencialmente de un tejido compuesto de queratinocitos, las células que producen queratina, una sustancia que nos protege de los daños medioambientales. La epidermis también contiene melanocitos, células que proporcionan protección natural contra los rayos del sol y son responsables de la pigmentación de la piel, y células de Langerhans, que forman parte del sistema inmunológico.
La epidermis está organizada en cuatro capas de células: la capa basal (la más profunda), la capa mucosa, la capa granular y la capa córnea (la capa superior).
- Dermis. Es un tejido de espesor variable, que contiene vasos sanguíneos, muchas células inmunológicas, glándulas sudoríparas, folículos sebáceos, piloerección, receptores sensoriales que reaccionan a la presión o la temperatura, el dolor y las terminaciones nerviosas sensibles. Los principales componentes de la dermis son las fibras de colágeno y elastina, que son las encargadas de que la piel siga estando fuerte, flexible y elástica.
- Hipodermis. Es la capa de la piel más profunda y se encuentra debajo de la dermis. Se trata de un tejido graso, más o menos abundante en función de las personas y las partes del cuerpo. Se trata de un depóstio importante de energía para el cuerpo.